Palitos de mi Selva

lunes, febrero 27, 2006

Caballo

Galopaba incansablemente la yegua Hacendosa, con el tenebroso silencio de una madrugada invernal de fondo y el chillido de los grillos que taladraba sus tímpanos, cuando sus patas se detuvieron en la orilla de la bahía. El mar parecía una olla hirviendo a punto de incinerar a una gigantesca y cercana Luna, que rozaba sus zócalos con el oleaje embravecido, mientras contemplaba los ojos del animal petrificados en el abismal horizonte. Lentamente, sus pasos fueron avanzando, temerosos, pero convencidos de que era la única manera de escapar. Unos instantes más tarde, el frío ya se mimetizaba con su cuerpo, que sentía a las caricias del agua como el más aterrador de los placeres. Los cangrejos fueron testigos de que la naturaleza hizo perfectamente su trabajo y que los gritos enloquecidos de su criador no pudieron impedir que la bicampeona del Derby de Kentucky se perdiera bajo la marea. Amanece.